lunes, 13 de diciembre de 2010

La importancia de saber escuchar

"Se necesita coraje para pararse y hablar. Pero mucho más para sentarse y escuchar". Winston Churchill

La habilidad de “saber escuchar” es más difícil de encontrar y desarrollar que la de ser “buen comunicador”. Si se sabe comunicar, pero no escuchar, se corre el riesgo de expresar de manera elocuente cosas que no le interesan a nuestros interlocutores. Además, nos privamos a nosotros mismos de recibir informaciones y conocimientos que por otra vía no lo recibiríamos.
Según Robertson, todos pensamos que escuchar es importante, pero, ¿cuántos de nosotros lo hacemos bien?. Mucha gente centra su atención en lo que va a decir después de que termine de hablar la otra persona. Ni siquiera intentan comprobar lo que creen haber oído, y mucho menos reconocer el tono o los matices emotivos. Se trata de errores fundamentales a la hora de emplear esta habilidad básica. Con independencia de los estudios que se hayan cursado o de la experiencia, se debe aprender a escuchar.
En sus investigaciones sobre la Inteligencia Emocional, Goleman identificó El arte de saber escuchar entre las principales habilidades de las personas con altos niveles de inteligencia emocional. La considera como la primera de las aptitudes que determinan el manejo de las relaciones, lo que posibilita comprender a los demás, en lo que se incluye percibir sentimientos y perspectivas ajenas, e interesarse activamente por sus preocupaciones.
Entre los beneficios de saber escuchar se encuentran los siguientes:

  • Eleva la autoestima del que habla, pues le permite sentir que lo que dice es importante para el que lo escucha y, con esto, la comunicación y la interrelación se hacen más fluídas, respetuosas y agradables.
  • Le permite al que escucha identificar intereses y sentimientos del que habla y, de esta forma, puede ser más efectivo en la comunicación con su interlocutor.
  • Se reducen las potencialidades de conflictos por malas interpretaciones en las comunicaciones.
  • Se aprende de los conocimientos y percepciones del otro.
  • Amplia el marco de referencia, cultura e intereses del que escucha.
  • El que escucha con atención, proyecta una imagen de respeto e inteligencia. Seguramente todos hemos escuchado la expresión “que inteligente es Pepito, con qué atención te escucha cuando le hablas”.

En sus investigaciones, Robertson identificó lo que denomina “Las diez costumbres no productivas más practicadas cuando se escucha”: 
  1. Falta de interés sobre el tema. (No existen asuntos sin interés. Unicamente personas no interesadas).
  2. Fijarse demasiado en el exterior y descuidar el contenido.
  3. Interrumpir al que habla.
  4. Concentrarse en los detalles y perderse lo principal.
  5. Adaptarlo todo a una idea preconcebida.
  6. Mostrar una actitud corporal pasiva.
  7. Crear o tolerar distracciones.
  8. Prescindir de escuchar lo que resulta difícil.
  9. Permitir que las emociones bloqueen el mensaje.
  10. Ensoñaciones. (Ponerse a pensar en otra cosa, en lugar de concentrarse en lo que se escucha).
Entre las razones principales por las que la mayoría no escuchamos con atención están: temor a ser influídos por ellos, pensar que somos los poseedores de la verdad, que el otro está equivocado, sentir que cuando uno habla puede ejercer más influencia que cuando escucha. Sin embargo, en una investigación sobre cómo actúan los negociadores exitosos, entre los comportamientos que asumen estos en una negociación se encuentra que “... escuchan mucho más que los negociadores promedio..”. Darcy Ribeiro afirma "...quien controla una conversación no es quien mas habla sino quien mejor escucha...".. La formación y la cultura que hemos heredado no han contribuido al desarrollo de la habilidad de saber escuchar. El énfasis principal de la formación sobre la comunicación se ha centrado en la escritura y en la oratoria.
Otro factor que ha influido es la tendencia que todos tenemos a ser selectivos. Escuchamos principalmente las opiniones que coinciden con las nuestras. Evaluamos mediante una interpretacción selectiva, tendiendo a entender los mensajes según el modo que nos ocnviene, adaptándolos a menudo a nuestras proias concepciones y paradigmas que previamente nos hemos formado.
Un problema más actual es el contexto en el que se desarrolla la actividad humana, cada vez más acelerada.
Estudios realizados han constatado que de las habilidades comunicativas, la que más se practica es la de escuchar, pero contradictoriamente en la escuela no se ejercita suficientemente. La habilidad de saber escuchar es un indicador de gran valor en el comportamiento de un buen comunicador.
Según la Doctora Victoria Ojalvo, una buena escucha o una escucha atenta requiere de:
  • La capacidad de sentir, de percibir sensorialmente lo que trasmite otra persona.
  • La capacidad de interpretar, de comprender el mensaje captado, este aspecto exige tomar conciencia de las posibilidades de tergiversación de los mensajes, tratar de diferenciar los hechos de las suposiciones y las opiniones.
  • La capacidad de evaluar, de decidir la importancia y validez en determinado contexto de lo escuchado.
  • La capacidad de responder al mensaje el interlocutor.
En la comunicación oral, fundamentalmente durante el proceso docente - educativo, deben cumplirse estas cuatro acciones en los estudiantes, de no realizarse se altera el proceso comunicativo, lo cual ocurre en ocasiones porque no se entiende eficazmente la información o no se interpreta correctamente el mensaje trasmitido, o no se valora con la profundidad necesaria el contenido. Sucede entonces que no se produce la respuesta deseada y la comunicación se obstaculiza, es por tanto indispensable enseñar a escuchar de forma efectiva a los sujetos del proceso docente - educativo.
Los docentes deben conocer que existen diferentes formas de escuchar. Estas son:
  • La escucha atencional: Cuando el oyente atiende para obtener información y poder participar activamente. Se utiliza con mucha frecuencia en el aula para escuchar órdenes, instrucciones, mensajes.
  • La escucha analítica: Cuando el oyente analiza el mensaje para responder o resolver alguna cuestión, si llega a emitir un juicio, entonces es un "escuchar crítico". Esta forma puede manifestarse al escuchar para responder preguntas, para dar la opinión, resumir ideas, etc.
  • La escucha apreciativa: cuando se escucha para disfrutar y deleitarse como goce espiritual o estilístico. Se utiliza al oír la música, una canción o una obra literaria, poemas, fábulas, cuentos.
  • La escucha marginal: Cuando no constituye una actividad principal, sino que se escuchan los sonidos que están en otro plano, como los sonidos del ambiente, la música de fondo, se escucha sin proponérselo.
Como puede apreciarse, los diferentes tipos de escucha pueden estar presentes en distintos momentos del proceso docente.
Saber escuchar significa dirigir la atención hacia las palabras del otro, tratando de lograr una percepción exacta de la palabra hablada y extraer lo esencial del mensaje oído y no hacer juicios anticipados, sin haber comprendido cabalmente la información brindada por el interlocutor. Por eso es necesario dejar que los demás hablen.
Saber escuchar no es un acto pasivo, sino activo. Los que saben escuchar se muestran pacientes en la actividad comunicativa. Ser buen oyente no es tan fácil, pues en la comunicación frontal intervienen también los recursos no verbales que matizan la información y, a veces, son determinantes en la comunicación mutua.
Existen defectos por parte del oyente que impiden la escucha activa, lo que se pone de manifiesto cuando este:
  • No presta la debida atención a lo que se está diciendo.
  • Está pensando en su respuesta. En lugar de escuchar atentamente, la va preparando mientras el interlocutor está aún hablando.
  • Tiende a fijarse en detalles en lugar de tomar las informaciones principales.
  • No hace más que prolongar el pensamiento del hablante. Repite más de lo que el interlocutor ha dicho.
  • Intenta encajar en sus esquemas mentales lo que él menos domina.
Es un deber del docente contribuir a que sus alumnos eliminen esos defectos y practiquen la escucha activa, para lograrlo es una necesidad enseñarlos a escuchar partiendo del ejemplo personal como modelo de comunicador eficiente que posee un dominio pleno de su lengua y las habilidades comunicativas, proponer actividades que favorezcan el aprendizaje adecuado para desarrollar la habilidad de escuchar y que esta se convierta en un hábito. Durante la clase es imprescindible la motivación constante para lograr una plena atención, que se propicie el diálogo profesor - alumno y entre los propios estudiantes, favoreciendo la participación de todos; debe habituarlos a mantenerse en silencio cuando los otros hablan, a no interrumpir, a solicitar la palabra y esperar su turno para expresarse, a mostrar atención e interés hacia lo que dicen los demás.
La escucha activa implica que el que escucha está tratando de comprender al que habla, requiere captar la idea central, hacer preguntas para cerciorarse de haber entendido lo que ha querido decir el interlocutor.
Es necesario también tener presente que en la comunicación tan importante como lo que se dice es cómo se dice y tomar en cuenta la comunicación no verbal.
El educador ha de ser cuidadoso de su expresión no verbal, la que debe ser coherente con su discurso verbal; mirar de frente a sus alumnos cuando se dirige a ellos, hablarles en un tono de voz adecuado, cuidar la entonación, los gestos y la mímica facial; observar sus rostros para apreciar si comprenden lo que se les comunica, escucharlos atentamente, tratar de percibir sus sentimientos, inquietudes, aunque no los expresen abiertamente; apreciar sus gestos, sus posturas, si denotan insatisfacción, cansancio, aburrimiento, o si está despertando en ellos interés, agrado, y puede continuar la comunicación.
La escucha atenta tiene ventajas en las que se debe enfatizar:
  • Escuchar reduce la tensión.
  • Escuchando se aprende.
  • Escuchando se hacen amigos.
  • Escuchando se estimula al que habla.
  • Escuchar ayuda a tomar mejores decisiones.
  • Escuchando uno puede aprovechar la experiencia de otras personas que trabajan en el mismo campo.
  • Escuchando se aprende a trabajar mejor.
Por lo tanto, se hace indispensable el desarrollo de la habilidad de escuchar en los estudiantes a través del proceso docente - educativo para contribuir a lograr su competencia comunicativa y para la aprehensión de los conocimientos, pues es este un proceso en el que se involucran docentes y estudiantes constituyendo un escenario idóneo para el desarrollo de las habilidades comunicativas.
Los especialistas coinciden en que saber escuchar es una de las habilidades más difíciles de encontrar y desarrollar porque requiere "ponerse en el lugar de los demás", dejar a un lado los paradigmas propios y asumir que otros pueden ver las cosas de manera diferente. Además, ser capaces de controlar las emociones propias que nos puede producir escuchar cosas qeu no resulten de nuestro agrado, o no coincidan con nuestros enfoque, es decir, con los patrones con los que hemos estado viendo la realidad.
Desarrollar esta habilidad requiere de una gran voluntad y disposición hacia el cambio de enfoques, conductas y formas de ver las cosas.


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